Activismo gordo en México no se está cuestionando

Activismo gordo en México no se está cuestionando

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El activismo gordo en México tiene un enfoque hegemónico y colonialista (anglosajón/eurocentrista) que urge desmontar.


La gordofobia si bien es un sistema normalizado que oprime, discrimina y estigmatiza a las personas que habitamos cuerpos gordos, ésta no existe aislada de otras opresiones sistémicas como el racismo, el clasismo, la transfobia, el capacitismo, edadismo y la LGBTQIA-fobia en general. Esto quiere decir que entre más se está en la periferia de la norma, más opresiones sistémicas nos atravesarán.


En México, habitamos casi 127 millones de personas (INEGI, 2022), de las cuales el 43.9% vivimos algún grado de pobreza y carencia social (CONEVAL, 2020). De este dato, poco más del 29% pertenecemos a poblaciones vulnerables y grupos históricamente discriminados (mujeres cis, población LGBTQIA+, población indígena y racializadas, infancias y adolescencias, población de la tercera edad y personas con alguna discapacidad) (CONEVAL, 2020).


De todo este universo de datos, el 36.1% de la población habitamos cuerpos gordos, lo que sugiere que la mayoría hemos vivido o vivimos algún grado de pobreza y carencia social, y que también pertenecemos a grupos históricamente discriminados, lo que suma a las violencias a las que estamos sujetxs todos los días.


Lo anterior pone sobre la mesa el cuestionar y señalar por qué, en México, el activismo antigordofobia solo se centra en problemáticas que se dan en la hegemonía, es decir, en lo binario (cis), la hetero-mono norma, lo neurotipico y la blanquitud y por qué se sigue tomando como referentes inspiradores del movimiento a activistas europeas y anglosajonas.


Si bien les gordes vivimos discriminación y violencias en distintos espacios por no cumplir con el mandato de delgadez, salutismo y belleza anglosajona y eurocentrista, no es posible separarlas de las demás opresiones que se van entretejiendo en un país tan desigual, racista, clasista y diversofóbico. Hacer lo contrario es negar la existencia e invisibilizar sistemáticamente otras vivencias que son disidentes y que viven en la periferia.


Así que ¿por qué poner TODO el foco de la denuncia contra la gordofobia en la industria de la moda, en la falta de mobiliario para cuerpos diversos, en si hay representación gorda en la música, artes, moda, amor romántico, etc.? ¿Qué tan abiertxs estamos a conocer las voces gordas de mujeres cis y trans precarizadas y racializadas? ¿En qué parte de nuestro imaginario existen las voces gordas discas, neurodivergentes, no monógamas, indígenas, de las que maternan en la disidencia, de quienes ejercen el trabajo sexual, de las de la tercera edad, de las infancias y adolescencias?


¿Qué tan dispuestes estamos para usar nuestros privilegios sistémicos e invertir energía, recursos y voluntad para desaprender, re-educarnos, saber cuándo callar y escuchar sin sentir que las disidencias nos deben educación, formas "amorosas" y "compasivas" (¿blancas?) de señalar nuestras violencias?


¿Por qué se sigue tomando como referente antigordofobia a voces no gordas, blancas/blanqueadas, cis-hétero y neurotípicas, cuyo único marco de acción es el HAES (salud en todas las tallas) o alimentación intuitiva que nos encasilla en el salutismo y los mandatos de autocuidado a costos exorbitantes, y que lucran con nuestras historias gordas tanto en consulta como en espacios educativos?


Las denuncias actuales, aunque válidas y reales, también son importación del activismo de países históricamente colonizadores y de salvacionismo blanco, que en un país históricamente oprimido y racializado (como México) parecen las lágrimas blancas de un sector privilegiado. Por ejemplo, ¿por qué se pone foco y se hace viral denunciar a marcas extranjeras por no contar con diversidad de tallas, cuando la mayoría de la población gorda no puede pagar una prenda nueva? Otro ejemplo, ¿a qué sector de la población gorda va dirigida la denuncia de que los asientos de los aviones no son espaciosos cuando un porcentaje muy grande precarizado, racializado y periférico apenas y puede pagar un pasaje de transporte a su trabajo?


La realidad de nuestro país nos confronta con la manera en que activistes gordes y colectivos de activismos antigordofobia estamos denunciando y visibilizando opresiones y violencias. Muchas veces en nombre de la "visibilidad" y la "unión", se acepta tácitamente un pacto de blanquitud y feminismo blanco con tal de ser escuchades. 


Si no hay un trabajo reflexivo y reconocimiento de nuestros privilegios sistémicos, del pacto de blanquitud detrás de éste, cómo los estamos usando y cómo estos determinan el curso de nuestro activismo, entonces podemos estar segures de que nuestros espacios no son inclusivos, son potencialmente violentos y un síntoma del adoctrinamiento blanco y colonial que hemos recibido por siglos.


La gordofobia es opresión sistémica que convive a la par de otras opresiones y violencias en México. Mientras las voces privilegiadas, blancas y blanqueadas, cis-hétero (que se nombran activistas antigordofobia) no reflexionen sobre cómo usan sus espacios en sus plataformas de denuncia, con alcance masivo, y no escuchan a otras voces gordas periféricas y disidentes, el activismo antigordofobia en México seguirá siendo salvacionismo blanco que se reduzca a quejas y lloriqueos de personas blancas privilegiadas que "no cupieron en el asiento de un avión con destino a Europa".

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